“France Télécom: el infierno contado por sus víctimas”.


Los Hombre Ventana de Japón son antiguos ejecutivos desterrados a los despachos del ático del edificio corporativo. Pasan el día asomados a la ventana y, en ocasiones, la ven como única salida de emergencias dejándose caer al vacío buscando al final del salto volver a ser los que eran cuando todavía se sentían alguien.

No hay que recurrir a la lejana cultura nipona para encontrar claros ejemplos de hijoputez empresarial.

Hoy la noticia más leída en El Mundo es: “France Télécom: el infierno contado por sus víctimas”. Un tragedia que ya se ha cobrado 60 víctimas.

Convertimos nuestra profesión en el centro de nuestra vida; nos volvemos, aún sin saberlo, adictos al trabajo y acabamos concediéndole buena parte del tanto por ciento de nuestra satisfacción personal. Es difícil resistirse a una tentación que tanto prestigio social reporta.

Gestionamos equipos, estrategias, campañas, pero ponemos nuestro bienestar en manos de otros cuando, si algo deberíamos gestionar sin delegar responsabilidades, es nuestra propia felicidad.

Acerca de Tudi Martín

Siempre comunicamos, incluso cuando no lo pretendemos. La comunicación lo es todo y escuchar nos hace mejores. Desde esa convicción no me canso de prestar atención a quienes tienen cosas que contar. Gracias por la visita.
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7 respuestas a “France Télécom: el infierno contado por sus víctimas”.

  1. L.M. Acosta dijo:

    Trabajo… al decir de algunos una maldición bíblica; pero no es así, no exactamente, no del todo así.
    Trabajo… al sentir de otros el camino de realización personal y la manera de dejar huella, impronta de nuestra presencia en este mundo; pero tampo es ni exactamente ni siempre así.

    El trabajo, como actividad humana que es, representa una faceta -importante si se quiere- de lo que sea nuestro día a día. A menudo se expresan y proyectan en él una buena parte de nuestros sueños y aspiraciones. Es, sin duda, prolongación explícita e interactuante de lo que nosotros somos…
    pero somos mucho más que meros profesionales, estamos llamados a vivir y convivir en ambientes más allá de los circunscritos a la actividad laboral, sus relaciones y sus satisfacciones y problemas.

    No niego que un trabajo, cuando combina en su seno profesión, vocación y pasión, pueda resultar altamente gratificante… pero incluso en este idílico extremo hay que plantearse por el «coste de oportunidad», por el precio en tiempo que no dedicamos a otras personas que nos quieren y a quienes queremos, que hurtamos para invertirlo en esa profesión que a menudo se muestra como una exclusiva y abosrbente amante.

    Un trabajo bien hecho, vivido y sentido como «cosa propia» puede hacernos sentir bien, muy bien… pero por si algún día las tornas se vuelven, por si llegamos a verlo (o nos lo hacen ver…) de otro modo, no es sano ni bueno el que se lleve un porcentaje tal de nuestras vidas que condicione el vivirlas.
    No es bueno pagar semejante precio en autoestima, dedicación y tiempo; no es buena la dependedencia y subordinación de tantas cosas a lo que parece tener «prioridad» en nuestras mentes y la conciencia social y que no necesariamente es cierto. No es bueno que hipoteque todo el resto de cuanto somos… y podemos ser.

    Bendito el trabajo si es vehículo de realización, honrado medio de vida, fuente de autosatisfacción… pero no puede ser, no debe serlo, todo.
    Entenderlo así nos degradaría hasta el punto de no diferenciarnos para nada de una mula eficiente, feliz y centrada en exlusiva en sus labores.

    Hemos de trabajar, y hacerlo bien; pero hay un mundo ahí afuera, un mundo lleno de cosas y personas que tal vez nos necesitan, un mundo y personas que debemos conocer.

  2. Fernando dijo:

    Impresionante la fuerza gráfica del término «hombres ventana». Le hace a uno pensar en aquellos destierros como el del Cid, no carentes de cierta ignominia, o el ostracismo sufrido por los griegos que se oponían a los designios de las aristocracias que regían las polis.
    Es una situación tan degradante como cruel.
    Se dice que en Japón, de donde viene el término, las empresas no despiden a sus trabajadores… pero nadie había puesto de manifiesto con tanta crudeza que lo que sí hacen es condenarlos a la peor de las prisiones: encerrados consigo mismo y sus fracasos.

  3. Mª Pilar y Eva (11 años las dos) dijo:

    Nos parece mal que hagan eso con sus trabajadores.Nosotras creemos que les tendrían que despedir ates de hacerles eso.Porque su familia estaría sufriendo y ellos estarían rallándose la cabeza y luego sus familias estarían tristes y después de que sus maridos, padres, familiares… se hubieran matado nadie merece semejante final, todos nos equivocamos.

  4. maria, magda y alba dijo:

    A mí no me parece nada bien, que los pongan en un despacho a aburrirse y como castigo, aunque yo me llevaría algún entretenimiento. Pero que te sientas una «caca» debe ser muy desagradable. Por eso, es inhumano el trato que les dan. Esta es la opinión de Magda, Alba y María de 11 y 10 años

  5. martin cheliz 11 años dijo:

    Me parece muy mal que los aparten y no cuenten con ellos, también me parece mal que se suiciden. Sería mucho mejor que dejen la empresa y que se buscasen la vida, pero que no se suiciden. Podrían irse a vivir a otro sitio y tratar de empezar de nuevo.

    Manuel, Enrique, Jack y Martín, 11 años

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