Somos malpensados, creemos que quien cobra más que nosotros es un incapaz aupado por enchufes y peloteos, que el que aumenta su patrimonio sin esfuerzo lo hace por unos apellidos, una cara bonita o unos apellidos y una cara bonita.
Somos malpensados estamos convencidos de que los caradura triunfan antes que los perseverantes y que medrar con rapidez es sinónimo de corrupción.
La noticia más leída hoy en el diario El Mundo es: “55.000 euros al año por un puesto de asesor sin experiencia ni horario.”
Es tal la falta de transparencia y la desfachatez de los que deberían de haber sido honestos, que los malpensados aciertan y nos convierten a los crédulos en gilipollas.
Un hecho deja de ser noticiable cuando pierde su carácter de excepcionalidad: los corruptos han conseguido el hito sin precedentes de que noticias cómo esta hayan, dejado de serlo.
Nada nuevo bajo el sol, aunque es constatable que el eufemismo y el maquillaje tienen cada vez un lugar más destacado, sobresaliente, entre nosotros.
Quien no puede aceptar regalos -no quedaría bien- los “pasa” a Patrimonio Nacional,eso sí, con carácter de uso exclusivo. De este modo salva la cara y, ya de paso, pagamos el mantenimiento entre todos.
Otro resulta ser un hacha en eso de los negocios a la sombra del apellido paterno y adjudica concesiones al tiempo que va llenando mochilas y maletas de billetes para llevarlos a Andorra.
Otro, sin duda, da el braguetazo de su vida y como por arte de magia una ONG acaba siendo su particular mina de oro.
Otros piden austeridad y, con tirantes rojos pero sin sonrojarse, se permite el lujo de dar consejos al personal predicando en nombre de Santa Austeridad y San Laboro al tiempo que sus cuentas de resultados siguen siendo interesantes (crisis…¿qué crisis? y si es preciso que se le rescate…) y ya puestos, como hombre práctico y prudente que es mantiene algunas cuentas (¿por si acaso?, supongo) con unos “colegas” en Suiza.
La lista sería larga, demasiado larga… pero el asunto, en esencia, es en todo caso el mismo. Siempre han habido gentes deseosas de congraciarse con los poderosos, siempre. Es una especie de puesta en práctica del “do ut des”, te doy para que me des, que el derecho romano puso sobre el escenario… pero llevado a unos niveles que no creo estuviesen en la mente de los jurisprudentes. Ahora, con las cámaras de televisión en el coco permanentemente y una legión de plumíferos (periodistas los llaman) al acecho, parece que el hacer las cosas demasiado claramente no está bien visto. Pero para todo hay solución: ¿que no se puede llevar a las bravas el maletín y dejarlo sobre la mesa cargadito de timbre a metálico?; no pasa nada. Se pagan dietas increibles por asistir a algunas reuniones de junta en las que se incluye al sujeto a quien se desea y listo, o se inventa de la noche a la mañana un puesto de trabajo perfectamente inútil salvo para hacer llegar la pasta a la persona adecuada, bien sea en Nueva York, Qatar, Madrid o Alcaudete.
Visto así, este individuo de los 55.000 al año por su dolce far niente desde luego pertenece a la especie… pero ha de ser de 3ª división y está todavía aprendiendo 🙂